jueves, 3 de octubre de 2013

DE LA NOSTALGIA.

Muchas veces nos empeñamos como locos en remar contra corriente. En luchar con denuedo y sin descanso alguno, dejando de lado cosas, que por considerar que siempre estarán ahí, no tienen casi  importancia,  aunque realmente sean fundamentales en nuestras vidas.

Solemos vivir en una especia de inmortalidad virtual, renegando del fin de nuestra existencia, aunque todo está tasado. De hecho, alguien dijo, “¿cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde tan profundamente parte de tu ser que ni siquiera puedes concebir la vida sin ella? Tal vez cuatro o cinco veces más ¿Cuántas veces más verás la salida de la Luna? Tal vez veinte. Y sin embargo, todo es nos parece ilimitado”.

Pero todo es una ilusión, de repente el tiempo pasa y cuando desaparece de nuestra vista ese paradigma, ya es tarde. Sin darnos apenas cuenta, todo ha cambiado. Desde el marco, hasta el color del cristal con el que miramos. E incluso, aunque no nos demos cuenta, nosotros mismos, también hemos cambiado.

Llevamos ya cinco años largos de crisis y poco a poco, tanto nosotros, como nuestro entorno, nada tiene que ver con lo que había. Ya poco queda de aquellos felices 2006, 2007 o 2008. Años aquellos en que gastábamos sin mesura ninguna, nos endeudábamos sin rubor y cambiábamos de casa como de alpargatas.

En aquel entonces, que a alguien le despidieran, casi era motivo de alegría. Contaba veinte en ese parchís imaginario de la vida y avanzaba hasta la casilla siguiente. Allí le esperaba un  trabajo, seguramente más cómodo y mejor pagado. Los coches no nos duraban más allá de tres o cuatro años  y cada jueves “enterrábamos” la sartén por lo menos hasta el lunes, para comer, cenar y a veces hasta desayunar fuera de casa.

Seguramente, pasarán muchos años y lo seguiremos recordando con la nostalgia que da el pensar que ya no volverán aquellos tiempos. Pero también los recordaremos sin darnos cuenta, de que realmente, mal que nos pese, de aquellos polvos, vienen estos lodos.


Que la fuerza os acompañe. 

2 comentarios:

  1. Yo conozco a mucha gente que no ha vivido así esos años y ahora está sufriendo las consecuencias de muchos otros que si han vivido así. Los administradores políticos de todo signo político. No me creo el cuento de que malos hemos sido. Yo y muchos otros ciudadanos no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, por mucho que se nos repita como un disco rayado. Otros si los han hecho y ahora nos vienen con que hay que pagar la fiesta de sus aeropuertos, autovías, subvenciones, partidos, amiguetes, cajas de ahorros, asesores... y así puedo seguir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También es cierto lo que indicas amigo Miguel, pero habrás de reconocer, que vivimos una locura colectiva, inducida porque interesaba, pero locura al fin y al cabo.

      Eliminar