lunes, 2 de febrero de 2015

DEL CROSS DE GUADALAJARA. 2 PARTE.

En la parte contratante de la primera parte, se me paso estipular una clausula de agradecimiento.

Si, quiero agradecer públicamente a aquella persona o personas, que quizá por un descuido, cogieron (por error, sin ninguna duda) mis zapatillas del vestuario.

Ayer, después de calentar, me cambié de ropa y de zapatillas para ponerme las de clavos en el vestuario de las pistas de atletismo que está a la izquierda. 

Como tenía mis zapatillas Vomero 9, Talla 6 UK. (se pueden ver en la fotografía de abajo), muy manchadas de barro, opté por no meterlas en la taquilla, para no enfangar todo.


Una vez finalizada la prueba, me dirigí al vestuario para cambiarme y cual sería mi sorpresa, que vi que las zapatillas habían desaparecido.

He de suponer, que como había dicho antes, alguien las confundió. Al fin y al cabo el número que calzo (40) es muy muy habitual. Como habitual también es el hecho de que cada pie sea de un color, como se puede observar en la fotografía. Y así mismo igual de habitual es, que la persona que sin duda se despistó y se las puso creyendo que eran las suyas;  usara las plantillas de podología, hechas a mi medida y con un molde específico de mis dos pies. 

Y es que, es lo que conlleva el formar parte de la más absoluta normalidad y vulgaridad. Con estos tiempos que corren, nos hemos estandarizado de una manera brutal. 

En cualquier caso, me gustaría indicar a la persona en cuestión, que yo en su lugar no rodaría mucho con ellas. Ese par en concreto, cuenta ya con unos 2000 Km a las costillas. Y no quisiera ser responsable indirecto de una lesión por una amortiguación inadecuada y más en alguien tan igual a mi.

Pero como las había cogido cariño, seguiré preguntando en la oficina de las pistas, por si acaso, las zapatillas, por si mismo o porque alguien las descubra en su bolso, vuelven por allí en busca de su dueño. Casos de perros se han dado, porque no de "zapas" con la tecnología que llevan (no recuerdo ahora si esas Nike venían o no con WhatsApp).

Mientras tanto, siempre recordaré la vuelta hasta donde tenía mi coche, bailando claqué, como si fuera el mismísimo Fred Astaire.

Que la fuerza os acompañe. 









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