viernes, 19 de abril de 2013

DEL MARATÓN DE BOSTON.


Muchos de los que me conocen, saben que soy un mediocre atleta. De hecho, comencé a correr allá por el año 2010 y comencé a hacerlo por una apuesta. La gente ya sabe que los “sacedonitas” no tenemos marcha atrás, normalmente lo comento cuando estoy impartiendo lecciones magistrales de mus, indicando que  en Sacedón hacemos los garajes con dos puertas, para entrar por una y salir por la de enfrente. Con lo que, fue retarme a que no corría un maratón preparándolo en cuatro meses y fue aceptar la apuesta.
Ni que decir tiene que la apuesta la gané, como todas las apuestas de las que me acuerdo (las que pierdo, porque supongo que alguna  habré perdido, tengo tendencia a olvidarlas). Y la gané finalizando el Maratón de Madrid del año 2010 en cuatro horas y treinta y cinco minutos. Entrenaba  tan solo tres días en semana, por temor a lesionarme y por tanto padecí lo indecible, pero terminé.
Pero a pesar de ese sufrimiento o quizá por él, esto del correr, caló dentro de mí y me hizo que, después de ganar la apuesta, siguiera corriendo y tratara de aumentar y mejorar mis entrenamientos y por tanto mis marcas. Tampoco mucho la verdad, ya he dicho al principio, que soy un mediocre atleta y por si alguien tiene curiosidad hoy, después de haber completado seis maratones, tengo como mejor marca tres horas y siete minutos.
Pero cuando me refiero a lo de calar dentro de mí, me refiero a que esto del correr, cuando se refiere a maratones, es una filosofía. Así lo definió HarukiMurakami en su libro “De que hablo cuando hablo de correr” y así lo había anticipado Emil Zátopek cuando dijo aquello de “si quieres correr, corre una milla, si quieres cambiar de vida, corre un maratón”.
Miles de personas cada año sacrifican horas de sueño, de estar con sus familias, de tumbarse en el sofá, de ver la televisión, se pegan madrugones, se mojan cuando llueve o pasan frío corriendo  bajo cero, con la única ilusión de correr y terminar la mítica y legendaria carrera de los cuarenta y dos kilómetros con ciento noventa y cinco metros.
Y esas miles de personas ven en esto de los maratones populares una de las expresiones de libertad más grandes que ha inventado el ser humano. Todos nos igualamos en la salida y cada cual lucha contra sí mismo en un afán por superarse. Contra esas miles de personas,  y por tanto contra la propia esencia del ser humano, es contra quien ha atentado la persona o personas que colocaron las bombas en el maratón popular más antiguo del mundo.
Ellos han segado la vida de tres personas y han causado heridas a más de un centenar. Ellos han impedido que muchos de los miles que corrieron en Boston, pudieran recoger su medalla de finisher con el unicornio amarillo. Pero ni ellos, ni nadie, nos  impedirán que sigamos entrenando y que  sigamos luchando por terminar. Ahora ,más que nunca, os espero en la salida del Maratón de Madrid el 28 de abril. Que la fuerza os acompañe.

Otro artículo del mismo autor: CRÓNICAS DE UN PADAWAN.

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