Pero ya estamos todos aquí, aunque no estemos animando al Real Madrid (al menos de momento). Parece que fue ayer, cuando veíamos el Maratón de Valencia en la lejanía y ya está aquí. Han sido muchos días de correrías, de estiramientos, de ganas de correr y de ganas de zanganear. De ilusión y de desilusión. De pensar podemos y de pensar "ni de coña".
Como decía, ya está aquí, el domingo llegará e incluso pasará, "como pasan las cosas que no tienen mucho sentido...", aunque en este caso, lo tenga y mucho.
El objetivo es claro y está marcado en el calendario desde hace tiempo. Bajar de 3 horas, como diría un amigo mío sevillano: "Juschhaaa, miedo me dá, zolo de penzadlo".
El entrenamiento está hecho. Ha habido algún problemilla de última hora (una contactura en el gemelo la semana pasada), pero son problemillas tontos y sin importancia. Tan solo me dejó sin salir el jueves y el sábado. La tirada del sábado era "voluntaria", en plan trote, la del jueves iba a ser la prueba de los dos seismiles.
Que nos queda: salida el miércoles, 10 kilómetros al trote cochinero y salida el sábado 2 kilómetros casi andando antes de salir a Valencia.
Se podría pensar, que como no hemos hecho la prueba de los seismiles, desconocemos el ritmo a llevar. Nada más lejos de la realidad. Siguiendo las sabias indicaciones de múltiples maratonianos, el ritmo es claro: CORRER HASTA ECHAR LA POTA Y LUEGO YA, A TOPE.
Esto es, salir a por ello, a por las 3 horas. Como bien me dijo Alberto Montero el otro día, las carreras son para arriesgar. Que se consigue bien, que no, no pasa nada otra vendrá. Por tanto, la opción es clara, ritmo de 4:15 desde el km 1, dando hasta la última gota de sudor.
rejuvenece el cuerpo y lo descansa,
estando en el kilómetro 40 como en el primero.
Os dejo en compañía de Sabina:
www.youtube.com/watch?v=ftU6tWGz4Gw
Y de la fuerza claro está. Que la fuerza os acompañe.
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